LA CORTEZA ORBITOFRONTAL Y SU IMPLICACIĆN EN LOS PROCESOS EMOCIONALES
- Consejo Mexicano Neurociencias
- 17 mar 2021
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En los seres humanos, la corteza orbifrontal es una estructura muy importante que interviene en la manera en que experimentamos las recompensas, realizando un cƔlculo de su valor motivacional, que consiste en juzgar si pensamos que algo serƔ agradable o no.
La corteza orbitofrontal permite al encƩfalo mantenerse flexible: valora el contexto interno y externo de la recompensa y juzga de este modo lo importante, agradable o recompensante que serƔ la experiencia.
Las personas que padecen lesiones en la corteza orbitofrontal no ajustan el valor de la recompensa de la misma forma; sus respuestas siguen siendo consistentes independientemente de la experiencia previa.
La corteza orbitofrontal comprendida por las Ć”reas 10, 11 y 47 de Brodmann, forman parte del sistema lĆmbico. Su nombre se debe a su posición, ya que se encuentra situada sobre las órbitas en las que se ubican los ojos.
Bood y Zatorre en 2001, utilizaron escĆ”neres TEP para identificar las respuestas del encĆ©falo a mĆŗsica agradable. Eligieron mĆŗsica que era intensamente recompensante para sus participantes, eligiendo piezas descritas como especialmente estimulantes: āme produce escalofrĆos en mi espina dorsalā. Cuando observaron las reacciones fisiológicas y neuronales implicadas en esas ocasiones, descubrieron la actividad en las Ć”reas del encĆ©falo que se sabĆa estaban asociadas con los circuitos de recompensa: el estriado ventral, el mesencĆ©falo, la amĆgdala, la corteza orbitofrontal y la corteza prefrontal.
Los investigadores señalaron que son también las estructuras activas en otros tipos de recompensa, especialmente en la comida, el sexo y algunas drogas de las que se suele abusar. Por tanto, la experiencia recompensante que puede obtenerse escuchando música que nos guste es similar a la experiencia positiva que obtenemos de otras fuentes.
La recompensa, por tanto, es una parte fundamental de cómo experimentamos las emociones, pero para la mayorĆa de nosotros, nuestra experiencia emocional es mucho mĆ”s compleja que eso. El miedo y la ira, por ejemplo, son dos emociones que sin duda pueden resultar difĆciles de gestionar. Los sentimientos de repulsión, tanto fĆsica como social, causan tambiĆ©n emociones muy bĆ”sicas que incluyen mecanismos cerebrales especiales.
Como muchos otros aspectos de la investigación psicológica, sabemos bastante mĆ”s sobre las emociones que interpretamos como ānegativasā que aquellas a las que hemos considerado āpositivasā. Ha existido relativamente menos investigación neurológica sobre la alegrĆa y la felicidad.
