Esclerosis mĂșltiple
- Consejo Mexicano Neurociencias
- 9 nov 2018
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La esclerosis mĂșltiple afecta a alrededor de 2.5 millones de personas en el mundo; es uno de los trastornos neurolĂłgicos mĂĄs comunes y la causa de discapacidad en adultos jĂłvenes, especialmente en Europa y AmĂ©rica del Norte. Hacen falta estudios epidemiolĂłgicos en Asia donde la prevalencia informada es baja, aunque con la disponibilidad de mĂĄs neurĂłlogos y estudios de imĂĄgenes por resonancia magnĂ©tica se estĂĄ diagnosticando a un mayor nĂșmero de pacientes. A pesar de que algunas de las personas que padecen el trastorno experimentan poca discapacidad en el transcurso de sus vidas, hasta un 60% de ellas pierde la capacidad para caminar 20 años despuĂ©s de la apariciĂłn de la enfermedad, con importantes implicaciones en su calidad de vida y en el costo financiero para la sociedad.
La esclerosis mĂșltiple (EM) es una enfermedad caracterizada por la desmielinizaciĂłn inflamatoria del sistema nervioso central (SNC), considerada generalmente de naturaleza autoimmune. En las personas con EM, no se conoce el factor desencadenante inmune, pero las ĂĄreas afectadas son regiones mielinizadas del SNC. En las regiones inflamadas ocurre una ruptura de la barrera hemato-encefĂĄlica seguida de la destrucciĂłn de la mielina con daño axonal, gliosis y la formaciĂłn de placas esclerĂłticas. Las placas pueden formarse en cualquier lugar de la sustancia blanca del SNC y tambiĂ©n en la sustancia gris; por lo tanto, las formas clĂnicas pueden ser diversas. La continua formaciĂłn de lesiones en la esclerosis mĂșltiple a menudo conduce a la discapacidad fĂsica y muchas veces a un deterioro cognitivo.
DIAGNĂSTICO Y CLASIFICACIĂN
Como lo sugiere la definiciĂłn anterior, la EM puede acompañarse de una amplia variedad de sĂntomas con diversos grados de gravedad que afectan diferentes partes del cuerpo. El diagnĂłstico de esclerosis mĂșltiple siempre se ha hecho sobre una base clĂnica, sin embargo, muchas pruebas â especialmente las imĂĄgenes por resonancia magnĂ©tica (RM) y los criterios de diagnĂłstico mĂĄs especĂficos â estĂĄn ahora disponibles para ayudar al mĂ©dico. La resonancia magnĂ©tica, el examen del lĂquido cefalorraquĂdeo (LCR) y los potenciales visuales evocados contribuyen a confirmar la sospecha clĂnica de EM. En Asia, donde la prevalencia informada es baja (1 a 5 casos por cada 100.000 habitantes), el cuadro clĂnico puede ser similar al que se observa en Europa y AmĂ©rica del Norte, con manifestaciones que sugieren daño del cerebro, tallo cerebral, cerebelo, nervio Ăłptico y mĂ©dula espinal (tipo occidental de EM) o puede presentarse con lesiones recurrentes mĂĄs restringidas del nervio Ăłptico y la mĂ©dula espinal (forma opticoespinal o variante asiĂĄtica). No se conoce la razĂłn de esta variaciĂłn. Por lo general, el clĂnico obtiene la historia detallada del paciente y lleva a cabo el examen neurolĂłgico para evaluar cĂłmo se ha afectado el sistema nervioso. Para establecer el diagnĂłstico de EM el neurĂłlogo debe determinar cuĂĄn diseminado es el daño del SNC, estimar la antigĂŒedad del proceso y excluir cualquier otra posibilidad diagnĂłstica. Se usan criterios definidos para concluir si las caracterĂsticas del cuadro satisfacen el diagnĂłstico clĂnico, permiten una mayor precisiĂłn, y reducen la probabilidad de un diagnĂłstico incorrecto. Actualmente, las directrices mĂĄs aceptadas para el diagnĂłstico de EM son los âcriterios de McDonaldâ (1). Estos criterios incorporan los hallazgos de la resonancia magnĂ©tica, que proporcionan evidencia de la diseminaciĂłn del trastorno y posibilita que el especialista realice un diagnĂłstico temprano. TambiĂ©n facilitan el diagnĂłstico de EM despuĂ©s de un primer ataque (que puede ser un sĂndrome clĂnicamente aislado) y en la enfermedad de progresiĂłn insidiosa (la forma progresiva primaria de EM), ver a continuaciĂłn. Aunque estos criterios han demostrado ser Ăștiles en una tĂpica poblaciĂłn caucĂĄsica adulta de origen Ă©tnico en Europa Occidental, su validez aun no se ha comprobado en otras regiones, tales como Asia donde algunos estudios todavĂa utilizan los criterios de Poser. A medida que se acumule mayor experiencia con la resonancia magnĂ©tica en la esclerosis mĂșltiple, se espera que los criterios de McDonald se puedan aplicar a nivel mundial con modificaciones menores. Siempre es fundamental que se excluyan otras condiciones que pueden imitar a la EM, por ejemplo, los trastornos vasculares, la enfermedad de Sjögren y la sarcoidosis.
CURSO Y DESENLACE
AsĂ como los sĂntomas de EM son variados asĂ tambiĂ©n varĂa el curso de la enfermedad. Aunque algunas personas con EM experimentan poca discapacidad a lo largo de sus vidas, hasta un 60% dejan de caminar por completo 20 años despuĂ©s de la apariciĂłn de la enfermedad. En raros casos, la EM puede tener una progresiĂłn tan nociva que se convierte en una enfermedad terminal, pero la mayorĂa de las personas con este trastorno tienen una expectativa de vida normal o cercana a lo normal. Los patrones tĂpicos de progresiĂłn, que se ilustran en la Figura 3.4.1, se explican a continuaciĂłn.
â EM remitente/recurrente. Aproximadamente 80% de los pacientes presentan inicialmente esta forma de EM, en la que los ataques son impredecibles y durante los cuales aparecen nuevos sĂntomas o se agravan los sĂntomas existentes (recaĂdas). El perĂodo de duraciĂłn de las recaĂdas varĂa (dĂas o meses) y puede haber recuperaciĂłn parcial o total (remisiones). La enfermedad puede parecer estar clĂnicamente inactiva durante meses o años, aunque estudios de RM muestran que la actividad inflamatoria asintomĂĄtica es generalmente mĂĄs frecuente. Sin embargo, con el tiempo los sĂntomas se pueden volver mĂĄs graves con menor posibilidad de recuperaciĂłn total de las funciones despuĂ©s de cada ataque, debido quizĂĄs a gliosis y pĂ©rdida axonal en placas afectadas repetidamente. Las personas con EM pueden entonces entrar en una fase progresiva que se caracteriza por su creciente deterioro.
â EM progresiva secundaria, que estĂĄ caracterizada por un curso progresivo que no estĂĄ relacionado con las recaĂdas. Aproximadamente 50% de los pacientes con EM remitente/ recurrente desarrollarĂĄn EM progresiva secundaria antes de 10 años, y 80% habrĂĄ desarrollado esta forma de EM antes de 20 años despuĂ©s de la apariciĂłn de la enfermedad.
â EM progresiva primaria, que afecta alrededor de 10 a 15% de todos los pacientes. EstĂĄ caracterizada por la falta de ataques bien definidos; su apariciĂłn es lenta y es seguida por un empeoramiento constante de los sĂntomas. Hay una acumulaciĂłn de dĂ©ficit y discapacidad que puede estabilizarse en algĂșn momento o continuar durante años.
â EM benigna. El diagnĂłstico de EM benigna tiene carĂĄcter retrospectivo. El trastorno se rotula de esta manera cuando la discapacidad acumulada a causa de las remisiones/recaĂdas es leve o inexistente despuĂ©s de un perĂodo de tiempo prolongado (generalmente se considera que es de 15 a 20 años). Teniendo en cuenta que los estudios de seguimiento muestran que la mayorĂa de los pacientes con este tipo de EM eventualmente entrarĂĄn en la fase secundaria progresiva discapacitante, el tĂ©rmino âbenignaâ es algo engañoso.
El factor pronĂłstico A pesar de que la EM es una condiciĂłn impredecible, algunos estudios han sugerido que su apariciĂłn acompañada de sĂntomas sensoriales o neuritis Ăłpticas puede tener mejores perspectivas. TambiĂ©n se ha demostrado que la presentaciĂłn en mĂșltiples sitios, con poca recuperaciĂłn despuĂ©s del episodio inicial, puede justificar un peor pronĂłstico. Los estudios en los que ha observado una diferencia segĂșn el gĂ©nero, generalmente indican que los hombres experimentan un curso mĂĄs grave que las mujeres.
EPIDEMIOLOGĂA Y CARGA
La incidencia y prevalencia de EM se han estudiado ampliamente (3). Algunas caracterĂsticas de la enfermedad son generalmente aceptadas y se discuten mĂĄs adelante en esta secciĂłn.
â La frecuencia de EM en el mundo varĂa de acuerdo con la regiĂłn geogrĂĄfica y aparentemente aumenta con la latitud en ambos hemisferios.
â La enfermedad es mĂĄs comĂșn en mujeres que en hombres.
â La edad de mayor frecuencia de apariciĂłn de la enfermedad es alrededor de los 30 años.
â La enfermedad es mĂĄs frecuente en individuos de raza blanca que en los de otra raza.
EtiologĂa y factores de riesgo La distribuciĂłn de la EM segĂșn geografĂa, sexo, edad, raza u origen Ă©tnico ha sido bien explorada en bĂșsqueda de claves para determinar su etiologĂa. Las primeras investigaciones se concentraron en el posible papel de un factor ambiental que varĂa con la latitud. Hasta la fecha, dicho factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad no ha sido claramente identificado, aunque hay investigadores que continĂșan creyendo en su existencia. Existe considerable evidencia, basada en la agregaciĂłn familiar observada, que hay una predisposiciĂłn genĂ©tica a la enfermedad. Por otra parte, hay quienes debaten si el principal responsable de su distribuciĂłn geogrĂĄfica es la genĂ©tica o la exposiciĂłn a un factor desencadenante ambiental. Es relativamente poco lo que se sabe acerca de los factores predictores del curso de esta enfermedad.

La distribuciĂłn mundial de EM solo puede ser interpretada como un reflejo indirecto de su causa, pudiendo sostenerse la hipĂłtesis de que hay cierto factor ambiental que varĂa con la latitud y que se puede interpretar por lo menos en tres formas diferentes cuando se investigan claves para una etiologĂa especĂfica. En primer lugar, puede conjeturarse que hay un factor de riesgo ambiental que puede ser mĂĄs comĂșn en los climas templados que en los tropicales. En segundo lugar, podrĂa pensarse que dicho factor de riesgo sea mĂĄs frecuente en los climas tropicales, donde se adquiere a una edad mĂĄs temprana y por consiguiente tiene menos impacto. En tercer lugar, este factor puede ser igualmente comĂșn en todas las regiones, pero la probabilidad de su adquisiciĂłn o de la manifestaciĂłn de los sĂntomas puede ser mayor en los climas templados, debido a la acciĂłn de un factor reforzante o estar reducida en las zonas tropicales a causa de un factor de protecciĂłn. Entre los factores que se han investigado con mĂĄs atenciĂłn se encuentran los siguientes:
â Infecciones, entre ellas cierto nĂșmero de infecciones virales, tales como el sarampiĂłn y el virus EpsteinâBarr;
â Condiciones climĂĄticas y solares;
â Condiciones de vida;
â Dieta y oligoelementos (elementos traza)
En la actualidad estĂĄ generalmente aceptado que la etiologĂa de EM involucra cierta interacciĂłn de factores genĂ©ticos y ambientales. La evidencia de la resistencia racial o Ă©tnica, el mayor riesgo de que se desarrolle la enfermedad entre miembros de la familia de personas con EM y la elevada tasa de concordancia en gemelos monocigĂłticos, favorecen la existencia de una contribuciĂłn genĂ©tica a la adquisiciĂłn de la enfermedad. Sin embargo, los estudios de los que se deriva esta evidencia tambiĂ©n indican que los factores hereditarios no pueden explicar enteramente la etiologĂa de la EM. Esta afirmaciĂłn estĂĄ respaldada por el hecho de que ningĂșn estudio de gemelos monocigĂłticos que se haya realizado a nivel de poblaciĂłn, ha encontrado una tasa de concordancia superior al 30%. Cabe subrayar que el papel de algunos factores ambientales, tales como virus o toxinas, pueden seguir siendo considerados de importancia. DistribuciĂłn global y regional Desde principios del siglo XX se conoce el hecho de que existe una distribuciĂłn geogrĂĄfica desigual de la EM. Se ha demostrado que la prevalencia de EM varĂa de acuerdo con la latitud y que las tasas aumentan ampliamente a medida que agranda la distancia desde el ecuador, tanto en el hemisferio norte como en el sur. Aunque en esto hay algo de verdad, pasa por alto la compleja interacciĂłn de la geografĂa, los genes y el ambiente que han revelado los estudios epidemiolĂłgicos a mayor escala. Como bien lo indicĂł un reciente meta-anĂĄlisis de la epidemiologĂa de EM âLa informaciĂłn actualizada que se tiene sobre la distribuciĂłn de EM [en Europa], que muestra muchas excepciones al gradiente norte-sur [de la distribuciĂłn de la EM] previamente descrito, requiere mĂĄs explicaciĂłn que una simple relaciĂłn entre prevalencia y latitud. Los datos de prevalencia implican que las diferencias raciales y Ă©tnicas son importantes por la influencia que ejercen sobre la distribuciĂłn mundial de EM y que la distribuciĂłn geogrĂĄfica tiene que interpretarse en tĂ©rminos de la posible distribuciĂłn discontinua de alelos de susceptibilidad genĂ©tica que pueden, sin embargo, ser modificados por el ambiente. Debido a que los determinantes ambientales y genĂ©ticos de los gradientes geogrĂĄficos no son de ninguna forma mutuamente exclusivos, la controversia del factor raza versus el factor lugar es hasta cierta medida, un debate inĂștil y estĂ©rilâ (4). Existe un nĂșmero considerable de publicaciones cientĂficas sobre la relaciĂłn entre la migraciĂłn y la prevalencia e incidencia de EM. Los estudios entre paĂses y dentro de un mismo paĂs muestran invariablemente que las personas que se trasladan de las ĂĄreas de alto riesgo a las de bajo riesgo tienen una tasa de prevalencia mĂĄs alta que las de los habitantes de su nueva patria, pero a menudo dicha tasa es algo mĂĄs baja que la que existe en su paĂs de origen. (NĂłtese que si esta observaciĂłn estuviera solamente basada en los datos de prevalencia, pudiera simplemente reflejar el hecho de que es menos probable que las personas enfermas y discapacitadas emigren a otras regiones, y no que exista una exposiciĂłn menos frecuente a un factor de riesgo o una exposiciĂłn mĂĄs frecuente a un factor de protecciĂłn en su nuevo lugar de residencia. Sin embargo, los datos para los Estados Unidos estĂĄn basados principalmente en la incidencia y documentan la misma declinaciĂłn en riesgo que la encontrada en los estudios de prevalencia). Existen pocos estudios de inmigrantes que se trasladan de ĂĄreas de bajo riesgo a ĂĄreas de alto riesgo, pero la mayorĂa de los hallazgos indican que los que migran conservan el mismo riesgo que el existente en sus paĂses de origen. Esto pudiera deberse a que llevan con ellos algĂșn factor de protecciĂłn, pero estos estudios con frecuencia abarcan a inmigrantes que no son de raza blanca de quienes se sabe que rara vez presentan la enfermedad y que podrĂan ser genĂ©ticamente resistentes. Todas las ĂĄreas del mundo cuyo nivel de riesgo para EM es de mediano a alto tienen poblaciones predominantemente blancas. En los paĂses en que coinciden poblaciones de raza blanca y de otras razas, las tasas de EM son menores entre las otras razas. Por ejemplo, la enfermedad casi no existe entre los aborĂgenes australianos, los maorĂes de Nueva Zelanda y las personas de raza negra en Ăfrica del Sur. En los Estados Unidos, las tasas de incidencia y prevalencia son dos veces mĂĄs altas entre las personas de raza blanca que entre los afro-americanos, independientemente de la latitud. AdemĂĄs, la EM tambiĂ©n es menos frecuente entre los indĂgenas de AmĂ©rica del Norte, latinoamericanos y personas de la regiĂłn del PacĂfico Occidental que entre las personas de raza blanca. Esclerosis mĂșltiple en la infancia Aunque la EM es predominantemente una enfermedad de adultos jĂłvenes y adultos de mediana edad, tambiĂ©n es cada vez mĂĄs evidente que la enfermedad puede ocurrir en niños. El interĂ©s y el conocimiento de la EM pediĂĄtrica han ido en aumento y en consecuencia, la cantidad de niños diagnosticados tambiĂ©n se ha elevado considerablemente durante los Ășltimos 10 años. Por lo menos de 2,5 a 5% de todos los pacientes con EM experimentan su primer episodio clĂnico antes de cumplir 16 años de edad, aunque esto puede ser una subestimaciĂłn. En la EM pediĂĄtrica, la diferencia de gĂ©nero generalmente no es tan marcada como lo es en los adultos. En los niños, la razĂłn femenina/masculina se acerca mĂĄs a 1:1 que a 2:1 que es lo que normalmente se cita en adultos. Esto sugiere que, aunque la condiciĂłn genĂ©tica de ser mujer puede influir en el riesgo de sufrir EM, Ă©ste parece ser mucho mayor despuĂ©s de la pubertad. Una mayor evidencia del papel que juegan los factores ambientales procede de los estudios realizados con los hijos de inmigrantes. Por ejemplo, las tasas de prevalencia entre los hijos de inmigrantes de India, PakistĂĄn y partes de Ăfrica y las Indias Occidentales, nacidos en Inglaterra, eran mucho mĂĄs altas que aquellas registradas para sus padres y aproximadamente iguales a la tasa esperada para Inglaterra.
IMPACTO
La esclerosis mĂșltiple tiene un profundo impacto en las funciones sociaales de los pacientes y en el bienestar de sus familias. Diversos grados de menoscabo funcional acompañan generalmente a la EM. Debido a que la apariciĂłn es generalmente alrededor de los 30 años de edad, la pĂ©rdida de productividad en las personas puede ser significativa. Dicha declinaciĂłn funcional a menudo interfiere con las oportunidades que tienen las personas con EM para desempeñar sus papeles tradicionales. Por ejemplo, la discapacidad fĂsica â complicada por la fatiga, la depresiĂłn y posiblemente el deterioro cognitivo â contribuye al desempleo, cuya tasa puede alcanzar hasta 70% entre las personas con EM. Estas, frecuentemente reciben beneficios por discapacidad y bienestar social en reemplazo de los ingresos perdidos. Los pacientes utilizan los recursos de atenciĂłn mĂ©dica con mayor frecuencia que la poblaciĂłn general (5). Junto con los miembros de su familia, tambiĂ©n soportan una carga financiera relacionada con los ajustes que hay que hacer en el hogar, los arreglos para el transporte, y la necesidad de servicios personales adicionales. En un reciente estudio llevado a cabo en el Reino Unido se ilustrĂł bien el impacto socioeconĂłmico de EM en el individuo (6). En este estudio, realizado a nivel de poblaciĂłn en el condado de Hampshire, Inglaterra, participaron todos los pacientes que eran casos confirmados de EM y sus familiares. La investigaciĂłn revelĂł que cerca del 53% de los pacientes que estaban empleados al momento del diagnĂłstico, dejaron sus empleos, y en el 37% de los pacientes y sus familias, el estĂĄndar de vida declinĂł como resultado directo de la enfermedad. La capacidad para continuar trabajando en un empleo remunerado o para mantener contactos sociales y actividades recreativas se correlaciona con el curso y la gravedad de la enfermedad y con la funciĂłn cognitiva. La mayorĂa de las personas que proveĂan cuidados a pacientes con EM informĂł que Ă©stos presentaban sĂntomas relacionados claramente con patologĂas orgĂĄnicas, ansiedad y sĂntomas de depresiĂłn. La ocurrencia de estos sĂntomas estaba asociada con la gravedad del trastorno. Las carreras profesionales de 57% de los familiares tambiĂ©n se afectaron negativamente a causa de la enfermedad del paciente. El costo econĂłmico para la sociedad tambiĂ©n es grande (7). Un reciente anĂĄlisis econĂłmico realizado para la Sociedad Australiana de EM (âActuando Positivamenteâ) demostrĂł el impacto de la enfermedad en Australia, el cual se considera tĂpico (hasta ahora no se ha publicado ningĂșn estudio de impacto econĂłmico global). El estudio australiano encontrĂł que es muy probable que vaya a aumentar la carga de la enfermedad. Se anticipa que la prevalencia del trastorno crecerĂĄ en 6,7% durante los prĂłximos cinco años, lo cual significa un aumento mĂĄs rĂĄpido que el crecimiento de la poblaciĂłn atribuible al envejecimiento demogrĂĄfico. El total de los costos financieros de EM en 2005 se estima en mĂĄs de 450 millones de dĂłlares norteamericanos, lo que equivale a 0,07% del producto bruto interno, a 29.070 dĂłlares por cada persona con EM, o a 23 dĂłlares por cada australiano por año. La capacidad de productividad perdida y el valor de reemplazo de la atenciĂłn comunitaria informal son los dos componentes mĂĄs grandes del costo (8). El estudio de Australia destacĂł los siguientes factores econĂłmicos claves:
â La atenciĂłn informal en la comunidad de las personas con EM equivale al 43% de los costos totales, con un promedio de 12,3 horas por semana de atenciĂłn informal requerida para cada persona con EM.
â Se estimĂł que el valor de los dispositivos y modificaciones necesarios para la atenciĂłn de las personas con discapacidad fĂsica representan un 4,6% adicional del total de los costos financieros.
â Las pĂ©rdidas en la producciĂłn derivadas de la reducciĂłn en las horas de trabajo, ausencias temporales, jubilaciĂłn temprana y muerte prematura son responsables de alrededor del 26% del total de los costos financieros atribuibles a la enfermedad.
â Se estima que los fĂĄrmacos para las personas con EM, principalmente interferonas beta, representan el 14% de los costos totales.
â El alojamiento en casas de reposo corresponde a cerca del 4,3% del total de los costos financieros. De las 730 personas con EM que se calcula que estĂĄn en centros de reposo (alto nivel de atenciĂłn), 37% son menores de 65 años de edad.
â Otros costos de atenciĂłn de la salud â incluyendo los costos de hospitalizaciĂłn, atenciĂłn primaria y especializada y gastos de salud asociados â son responsables del 4,4%. Las investigaciones representan el 1,9% del gasto en salud, por debajo del promedio de 2,4%. Las pĂ©rdidas sociales que surgen de los ingresos tributarios que se dejan de percibir y las transferencias de pago de asistencia social se estiman en 10,5 millones de dĂłlares o 2,3% de los costos totales en 2005.
La carga de la enfermedad atribuible al sufrimiento y muerte prematura experimentados por las personas con EM, se estima que tiene un costo adicional de 8.968 AVAD (años de vida saludable perdidos), de los cuales dos tercios se atribuyen a discapacidad y un tercio a muerte prematura. â En Ășltimo lugar pero no menos importante, la esclerosis mĂșltiple en Australia causa mĂĄs discapacidad y pĂ©rdidas de vida que todos los casos sumados de dolor crĂłnico de espalda, discos herniados, accidentes con maquinaria, enfermedad cardiaca reumĂĄtica y retraso mental.
PREVENCIĂN Y TRATAMIENTO
La incertidumbre sobre la causa o desarrollo de EM significa que la prevenciĂłn no es actualmente una opciĂłn realista. MĂĄs aun, no hay tratamientos curativos disponibles para EM (9). Sin embargo, durante los Ășltimos 20 años se ha generado una serie de medicamentos modificadores de la enfermedad que reducen la cantidad de ataques en la modalidad del trastorno caracterizada por recaĂdas/remisiones. Menos definida estĂĄ la medida en que los medicamentos limitan la eventual carga de la enfermedad y la discapacidad. Los medicamentos modificadores de la enfermedad que mĂĄs se utilizan son las interferonas beta (1a y 1b) y el acetato de glatiramer, los cuales reducen la frecuencia y tal vez la gravedad de las recaĂdas. Aunque estos medicamentos ya estĂĄn disponibles en las regiones en desarrollo, su alto costo significa que muchos pacientes no pueden tener acceso a ellos. La Sociedad Nacional de EM de los Estados Unidos tambiĂ©n ha elaborado directrices y recomendaciones, principalmente para el tratamiento mĂ©dico (tal como las relativas al cambio de terapias y a la intervenciĂłn temprana). Hasta la fecha, no existe ningĂșn tratamiento mĂ©dico para las formas progresivas de la enfermedad, y se esperan con ansia los resultados de los estudios que se centran en la protecciĂłn y reparaciĂłn neurolĂłgica Los corticosteroides son los medicamentos de elecciĂłn para tratar las exacerbaciones y su administraciĂłn puede hacerse en el entorno hospitalario o en el comunitario, preferiblemente en este Ășltimo (10). AdemĂĄs de las estrategias dirigidas a contrarrestar el impacto de la enfermedad, los medicamentos para mejorar los sĂntomas comunes de EM â tales como disfunciĂłn urinaria, espasticidad y dolor neuropĂĄtico â estĂĄn relativamente bien establecidos y ampliamente utilizados. Se han elaborado en Europa directrices para el uso adecuado de los medicamentos modificadores de la enfermedad ya establecida y para el tratamiento de los sĂntomas (11, 12). Aun cuando las opciones de tratamiento con medicamentos son relativamente limitadas, hay mĂ©todos perfeccionados de rehabilitaciĂłn que pueden mejorar la calidad de vida de las personas con EM. Para los pacientes con discapacidad relativamente moderada, se ha encontrado que el ejercicio (tanto aerĂłbico como no aerĂłbico) es beneficioso, al igual que la fisioterapia. Son pocos los estudios que se han emprendido para evaluar las necesidades de rehabilitaciĂłn de las personas con discapacidad mĂĄs grave. NeurorehabilitaciĂłn La filosofĂa de la neurorehabilitaciĂłn, que hace Ă©nfasis en la educaciĂłn y el automanejo del paciente, es muy adecuada para satisfacer las necesidades variables y complejas de la EM (13). La neurorehabilitaciĂłn tiene como meta mejorar la independencia y la calidad de vida de los pacientes, mediante el refuerzo de sus habilidades y el estĂmulo de su participaciĂłn. La OMS la ha definido como âun proceso activo mediante el cual las personas discapacitadas a causa de lesiĂłn o enfermedad logran una recuperaciĂłn completa o si Ă©sta no es posible, pueden llegar a aprovechar su Ăłptimo potencial fĂsico, mental y social y a integrarse en el ambiente mĂĄs apropiadoâ. Dos organismos no gubernamentales, RehabilitaciĂłn en Esclerosis MĂșltiple y Plataforma Europea de Esclerosis MĂșltiple (PEEM) elaboraron una guĂa Ăștil sobre este tema con recomendaciones acerca de los servicios de rehabilitaciĂłn de esta enfermedad (14), documento que es utilizado como directriz para el CĂłdigo Europeo de Buenas PrĂĄcticas en EM. Los componentes esenciales de un programa de neurorehabilitaciĂłn exitoso comprenden: evaluaciĂłn multidisciplinaria por expertos, programas orientados hacia objetivos definidos, evaluaciĂłn del impacto en el paciente y logro de metas, constatado mediante mediciones cientĂficas de los resultados que incorporen la perspectiva del paciente (14). Aunque estos principios son aparentemente vĂĄlidos, la evidencia que respalda la evaluaciĂłn multidisciplinaria y los programas orientados hacia objetivos definidos no es suficientemente fuerte. Lo que resulta fundamental para la presentaciĂłn de evidencia convincente sobre los beneficios de las intervenciones de rehabilitaciĂłn, es el uso de mediciones de resultados cientĂficamente vĂĄlidos. En el campo de la EM, las limitaciones de la Escala Expandida del Estado de Discapacidad han sido bien difundidas y se puede argumentar que la escala es aun menos pertinente a la neurorehabilitaciĂłn ya que no incorpora los puntos de vista del paciente. Los temas relacionados con el manejo de los sĂntomas que afectan a las personas con EM son idĂ©nticos a los relacionados con la neurorehabilitaciĂłn en general: el requerimiento de ensayos clĂnicos vĂĄlidos basados en mediciones de resultados cientĂficamente sĂłlidos, la necesidad de contar con expertos provenientes de mĂșltiples disciplinas y la garantĂa de la participaciĂłn de los pacientes. La frecuencia con que diversos factores afectan a las personas con EM se ha documentado con la presencia de una variedad de sĂntomas entre los que se encuentran fatiga, espasticidad, dolor y deterioro cognitivo. En un reciente estudio se describe la necesidad de un enfoque multidisciplinario y multimodal para el manejo de los sĂntomas (15) que se ejemplifica con el caso de la espasticidad (16). ProvisiĂłn de servicios La evaluaciĂłn de la provisiĂłn de servicios puede ser considerada como el tema mĂĄs descollante en el manejo de la EM. Esto se debe a que en la medida en que la atenciĂłna incorpora los servicios hospitalarios para agudos y la neurorehabilitaciĂłn en las actividades comunitarias tiene tambiĂ©n que integrar los servicios mĂ©dicos y sociales de manera que satisfagan las necesidades complejas y siempre cambiantes de las personas con EM. TeĂłricamente, la mayorĂa de los servicios deben brindarse en la comunidad con el apoyo de los centros hospitalarios para pacientes agudos o de los de rehabilitaciĂłn. Esta cooperaciĂłn es crucial cuando surge una necesidad especial, por ejemplo, en relaciĂłn con el diagnĂłstico, en ocasiĂłn de una recaĂda grave o en casos de gran complejidad (cuando interactĂșan muchos sĂntomas y se requiere la rehabilitaciĂłn intensiva del paciente hospitalizado). El mejor mĂ©todo para brindar la atenciĂłn aun no se ha definido bien, habiĂ©ndose realizado muy pocas comparaciones de los servicios existentes. Un estudio recientemente publicado (17) comparĂł, mediante una prueba aleatoria controlada, dos formas de entrega de servicio. Un grupo de pacientes recibiĂł lo que se describiĂł como âatenciĂłn hospitalaria en casaâ, asegurĂĄndose asĂ su permanencia en la comunidad, pero con acceso inmediato al equipo multidisciplinario del hospital cuando asĂ lo requerĂan. El otro grupo recibiĂł atenciĂłn de rutina. DespuĂ©s de 12 meses, no se observĂł ninguna diferencia en el nivel de discapacidad entre los dos grupos, pero los pacientes que recibieron âatenciĂłn hospitalaria en casaâ, que fueron tratados en forma mĂĄs intensiva, sufrieron significativamente menos depresiĂłn y mejoraron su calidad de vida. A nivel mundial, continĂșa habiendo importantes problemas para ofrecer un modelo de atenciĂłn que proporcione servicios verdaderamente coordinados. Existen serias deigualdades en el suministro de servicios, tanto entre paĂses como dentro de un mismo paĂs. Asimismo el sistema tiene una dependencia desproporcionada e inaceptable en la utilizaciĂłn de familiares y amigos en el suministro de la atenciĂłn esencial. El establecimiento de guĂas, como las que ha preparado el Instituto Nacional para la Excelencia ClĂnica del Reino Unido (18), es un paso adelante; sin embargo, pudiera ser mĂĄs efectiva una iniciativa global como la de la FederaciĂłn Internacional de Esclerosis MĂșltiple (FIEM) para promover la calidad de vida de las personas con EM (19). El desafĂo clave serĂĄ garantizar la implantaciĂłn de estas directrices. El suministro de atenciĂłn a las personas con EM varĂa significativamente alrededor del mundo. Esto refleja en parte las diferencias en la incidencia y por tanto, la importancia relativa asignada a la enfermedad dentro del sistema de salud de un paĂs. No obstante, teniendo en cuenta la importancia del costoso equipo de diagnĂłstico (escanĂłgrafos) y el costo de los actuales tratamientos, la variaciĂłn tambiĂ©n refleja diferentes niveles nacionales de ingreso. En los paĂses desarrollados, el costo del tratamiento estĂĄ a cargo del gobierno o de las compañĂas de seguros, pero en algunas regiones, los pacientes tienen que pagar por los medicamentos, lo que les dificulta aprovechar los nuevos tratamientos emergentes. El suministro de la atenciĂłn a las personas con enfermedades prolongadas se estĂĄ volviendo cada vez mĂĄs una atenciĂłn âcentrada en el pacienteâ, brindada por equipos multidisciplinarios, lo que ha dado lugar al surgimiento de una nueva cultura de tratamiento. Dentro de este modelo, la meta es ofrecer a los pacientes un servicio ininterrumpido, caracterizado por reunir en un equipo terapĂ©utico a diferentes profesionales de la salud, entre ellos mĂ©dicos, enfermeras, psicoterapeutas, terapeutas ocupacionales, terapeutas de voz y lenguaje, psicĂłlogos clĂnicos y asistentes sociales. Otros profesionales con pericias en el tratamiento de personas neurolĂłgicamente discapacitadas incluyen los especialistas en dietĂ©tica, asesorĂa y manejo de la incontinencia urinaria, manejo del dolor, podologĂa, podiatrĂa y oftalmologĂa.
Calidad de vida
La EM usualmente tiene un importante efecto adverso en la calidad de vida de una persona. El mejoramiento de la calidad de vida debe ser la meta que se fijen los encargados de la formulaciĂłn de polĂticas, asĂ como tambiĂ©n quienes abogan por las personas con EM. Una reciente directriz clave en esta ĂĄrea ha sido la publicaciĂłn por la FederaciĂłn Internacional de Esclerosis MĂșltiple (FIEM) de los principios de la calidad de vida (19), mencionada antes. La elaboraciĂłn de estos principios estuvo basada en una serie de entrevistas, el examen de las publicaciones pertinentes, la experiencia de los autores en las ĂĄreas clĂnica, programĂĄtica y de la investigaciĂłn y la revisiĂłn de ese material por parte de un grupo de trabajo y un grupo de vigilancia tĂ©cnica, organizada por la FIEM. Los principios estĂĄn estructurados de manera que puedan ser utilizados por organismos internacionales, sociedades nacionales de EM, personas con EM y sus familias, gobiernos, proveedores de atenciĂłn social y de salud, empleadores, investigadores, empresas y otros grupos; su finalidad es evaluar los servicios y programas actuales y propuestos y abogar por el mejoramiento de la calidad de vida. Las ĂĄreas cubiertas incluyen:
â independencia y fortalecimiento;
â atenciĂłn mĂ©dica;
â atenciĂłn continuada (social o a largo plazo);
â promociĂłn de la salud y prevenciĂłn de la enfermedad;
â apoyo a los miembros de la familia;
â transporte;
â empleo y actividades de voluntarios;
â beneficios por discapacidad y asistencia econĂłmica;
â educaciĂłn;
â vivienda y accesibilidad a los edificios en la comunidad. VacĂo en el tratamiento No hay duda de que entre los diversos paĂses (y posiblemente dentro de los propios paĂses) existe un importante vacĂo en los mĂ©todos utilizados en el tratamiento de la EM. Hasta que no se encuentre una cura para esta dolencia, las personas que la padecen tendrĂĄn que atenerse a que se les reduzca la inflamaciĂłn y se les proporcione alivio sintomĂĄtico durante las fases agudas mediante el uso de corticosteroides. TambiĂ©n se se les puede administrar agentes modificadores de la enfermedad, como el interferĂłn beta y el acetato de glatiramer, para disminuir las recaĂdas y la carga de la enfermedad. Idealmente, este programa de tratamiento requiere que se haga un diagnĂłstico temprano y que se disponga de equipo y recursos humanos adecuados. La situaciĂłn es especialmente problemĂĄtica en los paĂses en desarrollo, ya que con frecuencia equipos como los de resonancia magnĂ©tica no estĂĄn disponibles o son demasiado costosos. Los agentes modificadores de la enfermedad tambiĂ©n son costosos y estĂĄn fuera del alcance de muchos pacientes. AdemĂĄs, los centros de rehabilitaciĂłn para las personas con EM no estĂĄn siempre disponibles. Una ilustraciĂłn adicional del vacĂo en el tratamiento de la EM entre paĂses ricos y menos desarrollados es provista por los datos que actualmente estĂĄn siendo recopilados por la OMS, la FIEM y la PEEM. Esta informaciĂłn, que oportunamente serĂĄ integrada en una base de datos comparativa e interactiva a escala internacional (FIEM/Atlas OMS de EM y Mapa Europeo de EM), se ha obtenido a travĂ©s de encuestas hechas a neurĂłlogos y organizaciones de pacientes en 98 paĂses con diferencias geogrĂĄficas y econĂłmicas. Por ejemplo, en respuesta a la pregunta de tratamiento clave âÂżQuĂ© porcentaje de personas con EM que satisfacen los criterios de prescripciĂłn clĂnica para los medicamentos modificadores de la enfermedad recibe tratamiento [en su paĂs]?â La respuesta promedio brindada por 15 miembros encuestados de la UniĂłn Europea fue de 64%. Esto se compara, por ejemplo, con 45% para Brasil, 50% para la FederaciĂłn Rusa, 10 a 15% para TurquĂa y menos de 5% para India.
INVESTIGACIĂN
Al igual que sucede con muchas enfermedades neurolĂłgicas, la EM es extremadamente difĂcil de estudiar. Aun despuĂ©s de varias dĂ©cadas de intensa actividad de investigaciĂłn, sigue siendo una condiciĂłn misteriosa sin ningĂșn agente patĂłgeno conocido o factores determinantes plenamente aceptados acerca de su gravedad o curso. No obstante, hay mucho optimismo en los grupos que estudian la enfermedad. Los avances en tĂ©cnicas no invasivas de investigaciĂłn, especialmente resonanancia magnĂ©tica (RM) han llevado a considerables mejoras en la capacidad para obtener imĂĄgenes y seguir el curso de la enfermedad. Las ĂĄreas esenciales de las investigaciones actuales en este campo comprenden la inmunologĂa, genĂ©tica, virologĂa/bacteriologĂa y la biologĂa de las cĂ©lulas que forman, mantienen y reparan la mielina en el sistema nervioso central (incluyendo el desarrollo de las cĂ©lulas madre neurales). El resultado clave de las investigaiones hechas hasta la fecha ha sido un mejor conocimirnto de la patologĂa y la evoluciĂłn de la enfermedad y, como consecuencia, nuevos mĂ©todos de tratamiento, entre ellos los relacionados con la reparaciĂłn y protecciĂłn neurolĂłgica. AdemĂĄs de los avances en el ĂĄrea terapĂ©utica, se estĂĄn produciendo mejoras sustanciales en el manejo de la enfermedad. Estos progresos han sido estimulados en gran parte por los investigadores que han adoptado un enfoque mĂĄs centrado en el paciente. Mientras que anteriormente la investigaciĂłn sobre EM solĂa ser realizada por mĂ©dicos interesados en mejorar las condiciones presentes de las personas con EM, los protocolos actuales para la investigaciĂłn tienden a guiarse mĂĄs por las perspectivas de los pacientes. Esto ha inducido que se realicen investigaciones de los factores que determinan la calidad de vida de los pacientes, tales como las polĂticas de atenciĂłn de la salud, condiciones de empleo y asistencia social y sobre el impacto de la enfermedad en la familia, explorado mĂĄs en profundidad. Afortunadamente, existen grupos activos de apoyo a la esclerosis mĂșltiple en diferentes regiones del mundo que estĂĄn involucrados en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas con ese trastorno.
EDUCACIĂN DEL PĂBLICO
Existe una escasez especĂfica de concienciaciĂłn pĂșblica y profesional con respecto a la trascendencia que tiene la EM en la esfera de la epidemiologĂa y en el estudio del impacto de la enfermedad sobre los individuos, los proveedores de cuidado personal y la sociedad, incluyendo las consecuencias de la pĂ©rdida de independencia del individuo y el costo de la atenciĂłn prolongada. En especial, la naturaleza progresiva crĂłnica de la condiciĂłn tiene que divulgarse mĂĄs efectivamente a toda la poblaciĂłn. La FederaciĂłn Internacional de Esclerosis MĂșltiple, ha demostrado por medio de sus filiales, ser muy efectiva y capaz de acciones concertadas en el campo de la educaciĂłn del paciente y el pĂșblico en general.

REFERENCIAS
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LECTURAS RECOMENDADAS
â Compston A et al., eds. Multiple sclerosis. Amsterdam, Elsevier, 2005.
â Goodin DS et al. Disease modifying therapies in multiple sclerosis: report of the Therapeutics and Technology Assessment Subcommittee of the American Academy of Neurology and the MS Council for Clinical Practice Guidelines. Neurology, 2002, 58:169â178.
â Joy JE, Johnston RB, eds. Multiple sclerosis: current status and strategies for the future. Washington, DC, Institute of Medicine, 2001.
â Murray TJ. Multiple sclerosis: the history of a disease. New York, Demos Medical Publishing, 2005.
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